EMPRENDEDOR DE MECANICA AUTOMOTRIZ
Henry Ford
Empresario norteamericano (Dearborn, Michigan,
1863-1947). Tras haber recibido sólo una educación elemental, se formó
como técnico maquinista en la industria de Detroit.
No
alcanzó el éxito hasta su tercer proyecto empresarial, lanzado en 1903:
la Ford Motor Company. Consistía en fabricar automóviles sencillos y
baratos destinados al consumo masivo de la familia media americana;
hasta entonces el automóvil había sido un objeto de fabricación
artesanal y de coste prohibitivo, destinado a un público muy limitado.
Con su modelo T, Ford puso el automóvil al alcance de las clases medias,
introduciéndolo en la era del consumo en masa; con ello contribuyó a
alterar drásticamente los hábitos de vida y de trabajo y la fisonomía de
las ciudades, haciendo aparecer la «civilización del automóvil» del
siglo XX.
La clave del éxito de Ford residía en
su procedimiento para reducir los costes de fabricación: la producción
en serie, conocida también como fordismo.
La
fabricación en cadena, con la que Ford revolucionó la industria
automovilística, era una apuesta arriesgada, pues sólo resultaría viable
si hallaba una demanda capaz de absorber su masiva producción; las
dimensiones del mercado norteamericano ofrecían un marco propicio, pero
además Ford evaluó correctamente la capacidad adquisitiva del hombre
medio americano a las puertas de la sociedad de consumo.
Siempre
que existiera esa demanda, la fabricación en cadena permitía ahorrar
pérdidas de tiempo de trabajo, al no tener que desplazarse los obreros
de un lugar a otro de la fábrica, llevando hasta el extremo las
recomendaciones de la «organización científica del trabajo» de F. W.
Taylor
Los costes de adiestramiento de la mano de
obra se redujeron, al tiempo que la descualificación de la mano de obra
eliminaba la incómoda actividad reivindicativa de los sindicatos de
oficio (basados en la cualificación profesional de sus miembros), que
eran las únicas organizaciones sindicales que tenían fuerza en aquella
época en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, la
dirección de la empresa adquiría un control estricto sobre el ritmo de
trabajo de los obreros, regulado por la velocidad que se imprimía a la
cadena de montaje.
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